
No se exactamente lo que me pasa al ver la obra de Raúl Ruiz, puede que sean muchas cosas a la vez... ¿He ahí el desconcierto?.
En “Infamante Electra” el tiempo y el espacio se curvan al punto de toparse consigo mismos, lo mismo pasó con mis sentidos, me sentí conectado a un universo del que solo tengo una cierta idea y es, en ese momento donde tome cierta conciencia de mi proceso de existir, cohabitando ese y otros universos que no son otra cosa que el salto cuántico de un lado del espejo al otro infinitas veces.

Las texturas que en la escena sufren pequeñas modificaciones, o por la luz o por los pasos de los actores sobre el piso, sugieren algo que sabemos que hay en la historia que no se puede ignorar, pero que no debemos ver hasta cuando estemos preparados para el rito de iniciación, al que naturalmente llegaremos tarde y sin comprender por que.
El juego constante entre la realidad y la fantasía en el texto, me hacen pensar en un docuficción sobre las ideas de un pensador profesional que nos invita a pasar por una hora y un poquito más al palacio de los espejos con infinitas caras.
Me encantaría ver todas las funciones de esa obra, por que me da la sensación de que los actores viajan por lugares distintos cada vez que pasan por ahí...
Me siento un privilegiado después de ver “Infamante Electra”

Fotos Rodrigo Chodil