Solo queda el recuerdo que nace en una flauta de pan...
Sonidos dulces como la caña cortada por mi abuela, en algún norte desértico...
De pequeños valles que dan de comer y beber a unos pocos sobrevivientes
piel al sol y sin descanso.
Mañana quiero recordar la luz del despertar en casa de mi abuela Lambayecana, aquella que rebotaba en el piso de tierra dando un toque calido a algunos rincones, donde disfrutaba desayunar té con canela y huevo frito.
6 comentarios:
Jacarandocito.
Segura estoy, que ella te ilumina y te cuida.
Qué bellos recuerdos!
Yo también estoy seguro de eso. Ella como algunos amigos, que ya dejaron este mundo de materia, ahora viven conmigo y en el espíritu de todos quienes disfrutamos y compartimos la alegría de vivir.
Mi memoria los abraza, cada vez que recuerdo los momentos maravillosos que compartimos.
¿Qué cosa tendrá la infancia que nos marca de manera tan significativa?... es un maravilloso misterio que alumbra nuestra cotidianeidad. Será que siendo niños estamos más despiertos al “imprinting” de las vivencias? más libres de filtros para captar lo real e irreal? los primeros recuerdos alojados en el baúl de tesoros de nuestras vidas se anclan espesos en el espacio virginal? … es por eso que veo aún frente al espejo cada mañana a la niña silenciosa jugando con los hermanos en el jardín?
Gracias por la hermosa evocación norteña. Las escenas vividas, los rostros que acompañaron, nos visitan por estos días? … hace unos pocos no se recordó también al poeta que sabía hablar con los muertos?
Un abrazo cargado de remembranza y luz de un atardecer d’autrefois…
Me dejas atónito con tus reflexiones, quedo en silencio pensando y disfrutando de la memoria, como un niño
Chesterton siempre se maravillaba de los niños. Para él, los niños son los que, con una naturalidad sencilla, perciben el mundo con maravilla y estupor. Un estupor que los griegos consideraron como el inicio y el comienzo y el sostén de todo filosofar auténtico.
Quizá por eso la niñez la recordamos con mucho afecto. Aunque quizá, pueden existir momentos horribles en ella, uno no podría no decir que quisieramos volver a ser niños. De alguna manera, para percibir el mundo como un insondable misterio atractivo.
Y es que, como bien señalaba el mismo Chesterton «La esencia del país de las hadas es ésta: que es un estado cuyas leyes ignoramos. Ésta es igualmente la peculiaridad del mundo en que vivimos. No sabemos nada sobre las leyes de la Naturaleza; ni siquiera si son leyes... no sabemos que estas repeticiones naturales de que estamos rodeados son leyes: ni sabemos que sean necesidades. Lo que sí sabemos de ellas es que son fórmulas mágicas... El agua está encantada, y por eso cae siempre hacia abajo. Los pájaros están encantados, y por eso vuelan. El sol está encantado, y por eso brilla». «El reino de las hadas no es más que el luminoso reino del sentido común».
No se si idealizo la niñez. Evidentemente hay de circunstancias a circunstancias.
El Serch.
Si algo buscaba escribiendo en este blog era, la posibilidad de establecer cierto tipo de conversaciones, en las que mi espíritu se sintiera despertar, por un buen rato me sentía monologando, pero luego aparecieron los amigos, los seres queridos, la familia.
Ahora aparece el Serch y me deja emocionado como un niño frente a cualquier primera nueva experiencia.
Que agradecido me siento de tan buenas enseñanzas, el privilegio de ver el universo desde la perspectiva de alguien a quien apenas conozco, pero que por lo que escribe me parece reconocer de miles de años, es impagable...
Está experiencia es indescriptible.
nuevamente gracias, Don Serch
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