En la estación donde no para el tren
duerme a luz de la tarde,
escuchando al grillo y al zancudo,
el lanudo de orejas grandes.
Sin interés en la fricción de los metales
ni el crujir de los durmientes
sueña que mueve la cola,
al visitante esporádico
que olvida algo de comer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario