Si alguien preguntara
A donde ha ido Sokan,
decid tan solo:
"Tenía cosas que hacer
en el otro mundo"

último Haiku de Sokan

lunes, noviembre 14, 2005

El árbol


No saber enfrentar la idea de la perdida te puede llevar al extravío en ti mismo, es difícil ver entre la niebla de los miedos no resueltos.
Si uno no esta preparado para el desprendimiento, puede llegar a lugares profundamente oscuros, y debilitarse hasta el punto de llegar a algún tipo enfermedad.
Y parece ser, que eso fue lo que me pasó hace no mucho tiempo, me enfermé de amor.
No tener la madures suficiente para soltar, pese a que intuía que debía dejar partir esos afectos, significó en primera instancia traicionarme a mi mismo, enceguecerme y convertirme en un ser muy vulnerable y por lo tanto muy peligroso, tanto así que palabras de algún desconocido fueron capaces de hacerme creer, que mi mundo se venía abajo.
Mi espíritu, no estaba preparado para aceptar esa pequeña muerte, es que nadie me había preparado para algo así o si alguien lo hizo, no tuve el tino de escuchar atentamente.
La idea de renunciar a esa pequeña energía que hacía girar un universo que me imaginaba perfecto, no me dejaba en paz, perdía la luz de mis ojos, se me apretaba el tórax, se hacía difícil respirar.
El desconcierto me llevaba a aferrarme desesperadamente, lo que dificultaba más las cosas, pasaban los días y perdía mi agilidad, no me daba cuenta de por que todo se hacía más y más rígido, todo cuanto tocaba se rompía.
Ahora que ha pasado tiempo, voy entendiendo un poco más sobre la fuerza del amor y de lo diestro que hay que aprender a ser en cada pequeña muerte, pues parece ser que estas son la practica y lección para enfrentar la última de todas las muertes. Esa que hasta a algunos les da miedo nombrar.
Hacerse expectativas sobre un vinculo con cualquier persona significa no darle la posibilidad al otro de ser quien es, es restringir su comportamiento, quitarle la libertad y de ese modo quitársela a uno mismo.
Si no es posible desarrollar el vínculo desde el principio, en el amor, tolerancia, libertad y en confianza, difícilmente se podrá avanzar, difícilmente habrá complicidad.
Las sopechas terminan haciéndose una profecía auto cumplida, pues aunque no sean ciertas se experimentan como tal, la imaginación termina por engañarnos haciéndonos vivir un estado de irreal realidad.
Hoy aprendo que la posibilidad de sufrir o no, está en mi capacidad de dejar que los otros sean quienes son sin pretender que den nada a cambio de lo que yo doy y agradecer cada uno de los gestos que hacen para mí.
Y desde ahí, primeramente pido perdón por mi inmadurez y doy gracias a ese gran árbol que son todas y cada una de las personas con las que me he encontrado en este viaje que es la vida y con las que espero me seguiré encontrando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

He aprendido a quedarme con mis sentimientos. He guardado tantos de ellos... "Los perros son rabiosos", "Las mujeres tontas lloran", "La gente triste se deprime" "Después de una alegría intensa vendrá lo malo" etc. que se han acumulado en mi ser, como un vagón de tren, lleno de frutas una vez frescas y sabrosas que ahora fermentaron y convertidas en un licor mortal, no me dejaron ver y como una nebilna espesa, ocultaron el camino de regreso... a casa. He aprendido a quedarme con mis sentimientos de pérdida, con mis celos, con mi soledad, con mi pavor al abandono porque sólo transitando por la hoguera de lo que siento puedo, al final del proceso, renacer en la alquimia y entender que todo es transitorio. Perdonar es mágico, no sólo para el que recibe el perdón sino para el que lo da y así como me quedo con mis sentimientos, también, descubro que tengo derecho a equivocarme y a pedir perdón. Gracias.