Viento en el bosque

Domingo 7:25 de la mañana, desperté queriendo abrazar y ser abrazado, mientras abría los ojos estiré la mano automáticamente hacia un lado de la cama, como buscando y constaté que el cuerpo que ocupaba el otro lado de mi cama, era la almohada que se había deslizado hasta la altura de mi espalda.
Saludé entonces a mi consejera y confidente de la noche y la puse en su lugar, el silencio que reinaba en el ambiente me traslado al bosque de “La casa de las dagas voladoras” por donde corrían Viento y Mei, conspirando y siendo conspirados a la vez.
El peligro acecha en el bosque que los rodea y viento esta inmóvil, como si sintiese la tensión en el aire. ¿Que les ocurrirá a Jin y Mei?.
Si es amor verdadero, ¿entonces porque hay dudas en sus cabezas… y secretos en sus corazones?
Como dijo Zhang Yimou, el director de esta película -“ el amor es el triunfo del espíritu humano”- y talvez para aprehenderlo hay que disfrutarlo, padecerlo.
Un viaje emocional complejo donde no hay explicación, donde la razón se pierde entre los pasillos de bambú.
Entonces a lo Luis Hernández, mis dedos hacen silenciosos trazos sobre el mapa de viajes no emprendidos, despierto al país de los sueños recordando a Javier Heraud y me convierto en río que vuelve sus ojos al mar.